"Diosas sin nombre recobradas con estupor, apariciones cargadas de ignota intensidad que iluminarán el olvido del presente para recordarnos con fervor la matriz del primer misterio, de la primera adoración, del primer santuario, de la primera urgencia, de la primera obra de arte donde la mente del hombre fue su reflejo".
"La primera vez que vi en un lecho a una mujer desnuda, frente al espectáculo deslumbrador de su cuerpo terso-oscuro, pensé inmediatamente en una alargada caracola marina. En la lejanía de los mitos, la naturaleza era considerada como un inmenso y fértil cuerpo femenino. Cézanne habló de pintar colinas como senos de mujer, algunos graffitis obscenos hacen regresar a la aureola fundamental, y las remotas formas óseas talladas a golpes y laboriosamente pulidas conservam la impronta sagrada del instinto genesíaco y del todopoderoso deseo".
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