Pero tarde, siempre demasiado tarde, descubre en última instancia que está equivocado.
Apenas si se vislumbran algunas emboscadas efímeras, fulgores que hablan de nuestra precaria posibilidad de entrar en contacto con otros humanos, entregando un santo y seña elemental, que sólo enreda aún más la confusión, el ahogo de la expresión, por más que la garganta se caliente al rojo vivo.
Desgraciadamente los mismos a quienes queríamos salvar, no nos reconocen...".
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